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Poco sabemos de la vida de Lucrecio, pero su obra, De rerum natura, constituye un legado de capital importancia tanto para el mundo de las letras como para la filosofía. La intención del autor en este poema es dar a conocer la doctrina de Epicuro y, con ella, librar al lector del temor que le producen la superstición y la muerte. Para ello, tras comenzar con un himno a Venus que supone uno de los mayores hitos de la poesía latina, desarrolla una elaborada cosmología materialista, adelantada en muchos aspectos a su tiempo. Para Lucrecio sólo existen la materia y el vacío. Todo ha sido creado sin intervención divina y todo es perecedero, incluida el alma humana. La muerte inmortal suprime la vida mortal, reza uno de los versos más famosos del poeta. Pero no sólo intenta librar al hombre del miedo a la muerte; también el delirio amoroso y el temor a los fenómenos naturales y a la enfermedad tienen en Lucrecio su explicación y su remedio. Admirado por unos y denostado por otros, la huella de Lucrecio ha traspasado los siglos, con la sola excepción de la Edad Media cristiana, que casi lo olvidó. Desde Virgilio, Horacio y Séneca, hasta Giordano Bruno, Hurtado de Mendoza, Voltaire y Victor Hugo, entre otros, en todos encontramos ecos de Lucrecio. Goethe lo calificó de poeta sin dios, pero divino.
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Lucrecio (2003). La naturaleza. Madrid: Gredos.
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1 comentário:
E se o pensamento de Lucrécio ainda hoje surpreende pela lucidez e clarividência, o que dizer se contextualizado numa época tão longínqua? "Divino" talvez não, mas "brilhante" certamente.
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